jueves, 19 de enero de 2017

Porque podíamos haber sido antes. Nos guardaré entre palabras para que no pasemos frío.

Qué extraño es saber que podíamos haber sido,
que estuvimos tal vez a una sonrisa,
a una mirada diferente,
a un roce de precipitarnos a un nosotros.
Que sólo necesité decirte a tiempo que quería ir más allá de los debates,
que no me conformaba con discutirnos si no acababa entre risas
y un punto de acuerdo o desacuerdo respetado,
como siempre,
que yo quería terminar con un punto, sí, pero de encuentro.
Qué encuentro ni qué hostias,
de encontronazo, y en los labios.
Y lo digo así, y visto a la palabra de brutalidad
porque te habría declarado la guerra en los labios.
A pesar de ser una torpe.
Y a pesar de que tal vez necesitáramos prácticas. 
Tengo asumido que llego tarde a todo,
nadie me había dicho que hay encuentros puntuales que saben a magia.
Quizá te veía tan tú, y tan tuyo,
que temía adelantarme y perderme como público.
Había descontado el hecho de que por mera casualidad
de un destino en el que no crees
podría haber sido aquel día la única espectadora que querías.
Y es irónico que sigamos siendo,
sabiéndolo todo,
queriendo demasiado,
pero sin precipitarnos.
Y es aún más irónico que me halle a mí misma
acunando sentimientos desenfrenados
para que no despierten más allá del reposo que les he dado,
llámame cobarde,
pero mi mayor temor es sentirlos asomarse por mi hombro
y que con sus ojos de comérselo todo vuelvan a reavivar todas las llamas
con la misma fuerza que hasta hace poco.
Qué alguien me enseñe a controlarlos.
 A ellos.
A mí.
A la sonrisa de estúpida,
a mis intenciones por mantenerte la mirada
y desviarla en el vano intento de relajar mis sentidos.
El único medio que me queda es matarlos un poco en poesía,
saber que aquí estarán a salvo,
y dejarme llevar por el sinfín de enigmas de la vida,
por el vacío lleno de todo de tus pupilas,
dejarnos llevar por la egoísta palabra 'espera,'
y no es que la maldita sea una egoísta,
la egoísta soy yo que quise agregarle el 'me.'
Espérame.
Y suena estúpido,
porque quiero que te lances al extraño abismo del amor,
y te pierdas sin mí, pero que termines encontrándome. 

Porque, tal y como te dije,
sin ser nada y aún siendo,
 provocaste las suficientes sensaciones para apostar por un nosotros.
Recreaste escenas de amor y libertad,
de tardes de lectura,
de películas,
de videojuegos,
de debates,
conversaciones disparatadas,
hablarnos de viajes, política, extraterrestres,
historia, física cuántica, metafísica,
orgasmos, miedos, sensaciones,
de dónde empieza tu mirada y dónde terminaré clavándote el beso,
recreaste risas que resonaron en mi cabeza cada día que acuné entre mis labios un:
 ¿Me arriesgo y se lo digo?
Recreaste, y por eso nos creaste. 
Y te declaro culpable, porque yo me dejé llevar, pero tú provocaste el terremoto.
Mientras tanto, nos guardaré entre palabras,
me aterra la idea de que pasemos frío.

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