sábado, 14 de enero de 2017

Un último adiós.


Querido D, no sé si esta será la última vez que te escriba, pero no es la primera, ya has estado arrugado en la papelera, ya te he roto en el corazón, y ya te hiciste pedazos en mi mente, y espero, que este último escrito sea el definitivo.
Necesito pedirte perdón, por haberme encontrado buscando razones para que formases parte de mi historia, y por complementarte con el adjetivo 'personal'. Por haberte vestido de canciones, de poesía, por querer saltar a tu mundo y hundirme en él. Por desarrollar parte de mí en ti, y crecer cerca de tu orilla, por absorberte y creer que nunca sería suficiente. Por creer que todas las palabras me pertenecían y en pleno éxtasis y alboroto, hacerlas mías. 

Perdóname, porque fui egoísta, porque proclamé nuestras mis tristezas y te hablé de sueños que jamás compartiría contigo aún sabiendo que querrías adueñarte del verbo estar y de la locución adverbial de lugar 'a mi lado.' Te culpé de todo, desde los sentimientos hasta los pensamientos, y aún y así cargaste con las culpas, como si pudieras con todo, a pesar de que nuestra relación siempre se reducía a nada.
Fuiste solución para todo, y cuando nos alejamos te convertiste en complicación. Quería que te quedases siempre, que te quedaras un rato más, que fuésemos eternos, a pesar de no llegar jamás a ser nada, te quería retener para que jamás te evaporaras como muchas otras cosas que se han ido desvaneciendo desde que te has ido. Pero, me hacías bien, por eso debí prever que desapareceríamos. Y lo digo en plural y me agarro al nosotros porque siempre decidíamos partir, sabiendo que volveríamos a encontrarnos. 
Sé que es hipócrita escribir esto, decir que no quise perderte, que me dejé llevar por el miedo, que decidí pronto y mal; es hipócrita porque el último día de nuestros instantes yo opté por dejarte fuera y cerrar la puerta. Juro que me quedé sin respiración, y abrir todas las ventanas nunca fue suficiente. Y es irónico, que aunque fuiste el eje central de mi mundo, siempre opté por darte la espalda, y si tuviera galaxias en ella, me habría atrevido a pronunciar que te quedaste un poco más sólo para besarme los lunares. Fuiste el error más bonito de mis quince, y tu ausencia, a la que una vez llamé 'locura' sólo me sirvió para unirme un poco más a ti, para buscarte en alguna mirada, las películas, los libros, alertándome cuando alguien llevaba tu nombre, como si tres vocales y tres consonantes portasen los suficientes demonios para repetir la historia.
No me quedó más remedio que aceptar que ya no existíamos, que todo se quedó en lo que podría haber sido. Jamás fuimos desenlace, pero somos final abierto para el que quiera oír nuestra historia. 
Querido D, te llevaré conmigo siempre, te proclamaré verbo 'ser' en un silencio infinito, donde nadie pueda llevarse los recuerdos, y con este último escrito te convierto en mi último adiós, porque si algo he aprendido de nosotros es a quedarme, me has convertido en venidas y he abierto la puerta para quien quiera optar por la ida, porque sigo siendo el mismo desastre que conociste hace un año, eso no ha cambiado. Finalmente, perdóname, si lees esto, por presentarme de nuevo a pesar de que me fui, por profanar tu mente de manera tan gratuita y bailar de nuevo en la reminiscencia.
Perdóname D, porque me habría gustado quedarme un rato más a leernos, a oír las locuras que hacías tuyas cada día. Por rellenar los huecos vacíos. Por dejarnos ir. Por ser sin estar. Por adueñarme de tantos pensamientos. Por usarte para protegerme de mi tristeza. Por creer que te conocía mejor que nadie. Por dejar de hablar de ti. Por querer volvernos a revivir. Por querer tanto. Por intentar dejarlo de querer.
Perdóname, por matarte en este último escrito, y enterrarte en poesía.

1 comentario:

  1. Hola Jeannine, nada mejor que encontrar tú casa caminando para poder desenterrar tanta poesía versada...aquí me quedo, pasa buena tarde, besos altruistas

    ResponderEliminar