viernes, 2 de diciembre de 2016

Que no importa que me dejes aquí sola, que ya he estado aquí muchas veces, y sola he estado muchas más. Que me he acostumbrado a tus idas y venidas, tu forma de andar por la calle como si nada más importase, como si este aire contaminado del que vivimos se hiciese a un lado para no hacerte daño. Para no hacerte más daño. Porque cuando te conocí estabas destrozado, y yo ya viajaba herida. Que me mates, que me da igual, que ya lo has hecho antes, y a fin de cuentas, estoy de paso, estamos de paso, y jamás he sabido llevar el ritmo de los tuyos pero me limito a decir que son preciosos. Porque no había día que te aproximaras a mi y mi alma no temblase, y es que ahí donde tu mirada se posaba, se causaba un estropicio, un alboroto, y he vivido tan colmada de tus miradas que, mírame, estoy hecha un desastre. Un desastre precioso, decías. Y es que estando contigo, tuve el placer de acariciar el cielo con las manos mientras las tuyas inundaban mi cuerpo, y el honor de dejarme arder en el infierno mientras mis demonios compartían café con tu presencia, y no podía hacer más que pensar, que aquel dolor, era el más bonito de este maldito mundo, que a veces jugaba malas pasadas y solía girar en torno a ti. Mira, no sé, déjame aquí, tú siempre has sido más de volar, y yo siempre he sido más de admirar tus alas. Y aceptémoslo, a fin de cuentas, esta es mi forma de querernos. 

 Imagen de Kirsten Kelly:

No hay comentarios:

Publicar un comentario